(Artículo de opinión)
Hay una canción de un grupo que se llama Cuarteto de Nos, en la que dicen, más o menos con estas palabras: el que no cobra por su trabajo es porque no vale nada.
Si los ingenieros tiene un sueldo, si los arquitectos y los doctores también lo tienen, por qué los artistas no lo tienen. En especial los jóvenes que buscan ganar premios y becas en el afán de poder ver realizados sus sueños más íntimos. Mientras escribo esto me viene a la mente una palabra: paciencia.
Sin embargo, en el actual mundo en el que vivimos, este proceso creativo puede adelantarse.
Por poner un ejemplo: Hoy mismo he visto un video de una mujer que estudió diseño grafico, mientras al mismo tiempo comenzaba a hacer en sus tiempos libros esculturas en plastilina, o arcilla o algún material parecido, que luego pintaba y convertía en llaveros o simples adornos. Con ayuda de internet logró monetizar sus creaciones, y ahora se dedica exclusivamente a eso teniendo un sueldo de hasta doce mil dólares mensuales o más.
Un ejemplo distinto: Un día conocí a una mujer que escribía novelas de amor y las subía a Amazon. Le pregunté que en cuanto las vendía. Me dijo que no cobraba, que las publicaba para quien quisiera descargarlas.
Supongo que hay dos tipos de creadores de arte. Los que les gustaría vivir solo para dedicarse a la creación de lo que desean; y los otros, los que quieren crear y compartir su arte sin remuneración alguna, dedicándose a cualquier otra cosa. Ahora, pensándolo bien, quizá existe un tercer tipo de artistas: Los que quieren que su arte les genere un ingreso extra y dedicarse, también como los segundos, a cualquier rubro que hayan escogido.
Ahora, supongamos que queremos pertenecer al grupo de los primeros y del de los terceros. ¿Cuanto puedes cobrar, siendo un artista completamente desconocido? Supongo que todo depende del arte que estés creando. Pero hablemos en particular de la literatura, ya sea poemas, cuentos o novelas. Digamos que un autor que aun vive firma un contrato editorial y que sus libros puestos en los escaparates de importantes cadenas de librerías se venden en unos doscientos cincuenta pesos. Estos autores, por supuesto, no son mundialmente conocidos aún, aunque quizá sí dentro de ciertos círculos.
Bien. Supongamos, que tú como creador, editas tu libro, lo corriges lo mejor que puedes, creas o imaginas el arte visual de tu libro (con esto quiero decir los colores y la imagen de la portada), lo maquetas para que se vea de forma profesional al ser leído en un teléfono o en cualquier aparato digital.
¿Por qué esto no tendría ningún merito? ¿Ningún valor?
Claro, no vas a cobrar por tu libro digital doscientos cincuenta pesos, ni siquiera los ciento setenta o ciento cincuenta que vale ese libro en formato digital. Pero tampoco es que no valga nada, ni tampoco que valga treinta pesos.
Por algún lado hay que empezar ¿no?